Sevilla a voces me llama
el burlador, y el mayor
gusto que en mi puede haber es burlar una mujer
y dejarla sin honor.
[El burlador de Sevilla (jornada segunda). Don Juan]
Toda la simpatía que podía despertarnos el personaje se desvanece en el momento en que pronuncia estos versos. Ahí es cuando caemos en la cuenta: estamos ante un psicópata. Para don Juan la seducción es un acto de crueldad.
Don Juan es, por encima de todo, un antihéroe que ataca todas las leyes, las humanas y las divinas, que rompe con todas las normas de conducta. Un «antisistema» avant la lettre. Pero no olvidemos que, aunque desprecie las jerarquías, el burlador ejerce su «contestación» desde una elevada posición social. Tampoco los demás personajes, sean nobles, villanos o campesinos, mani estan siempre comportamientos intachables. Nadie está libre de contradicciones éticas.
Es cierto que hoy somos bastante menos crédulos que los espectadores a los que iba dirigida la obra en la fecha de su estreno, y nos cuesta quedarnos satisfechos con la promesa de que los malos serán sometidos a la justicia divina y a una merecida condenación eterna. Tendríamos más que suficiente con que los condenara la justicia humana. Pero, como no siempre es así, nos queda el consuelo de la justicia poética. Nos queda Tirso y la historia de su Burlador: un hombre que quiso ser Dios y acabó en el infierno.
JOSEP MARIA MESTRES
El burlador de Sevilla o el Convidado de pieda sentó las bases para el posterior e inagotable desarrollo del mito del don Juan y para su universalización; fustigó los vicios de la sociedad más acomodada de su tiempo; censuró las tretas de los menos privilegiados para edrar en esa misma sociedad; y advirtió, por último, de las supuestas consecuencias que tiene desafiar la ley de Dios. Todo eso hizo Tirso de Molina en «El burlador de Sevilla»; más que suficiente para reconocer la valía de un texto que, literariamente, contiene elementos sorprendentemente modernos todavía.
Las versiones sobre su su origen difieren, y no está claro si antecedió o no a otro texto de Tirso muy similar titulado Tan largo me lo fiais. Pero no hay duda que el Burlador es la piedra fundacional de la tradición del Don Juan, antes que el de Molière (1665), el de Da Ponte y Mozart en ópera (1787) o el de Zorrilla (1884).
Dirección: Josep Maria Mestres
Reparto: Elvira Cuadrupani, Raúl Prieto, Ricardo Reguera, Pedro Miguel Martínez, Samuel Viyuela González, Egoitz Sánchez, Mamen Camacho, Pepe Viyuela, Paco Lahoz, Irene Serrano, Juan Calot, Ángel Pardo, José Juan Rodríguez, Lara Grube, José Ramón Iglesias
Equipo artístico: ESCENOGRAFÍA: Clara Notari, COREOGRAFÍA: Jon Maya Sein, VESTUARIO: María Araujo, VERSIÓN: Borja Ortiz de Gondra, PRODUCCIÓN: CNTC